lunes, febrero 12, 2007

Nebulosa

Es el ruido de una mosca en suspensión.
Por ahí no te sorprenda, pero bien que casi creíste que era una sierra dispuesta a abrirte la cabeza. Igual, no te movés. Preferís la nebulosa.

Los ojos perdidos en una mancha- que es objeto, no un fantasma -. Le hablan y él no escucha, porque vuela mentalmente. Recorre recuerdos y palabras. Todo, por no olvidarse.

Claro, lo entiendo. A mí me dicen que me cuelgo, que me tildo, que no estoy. Les da risa y me imitan por un rato, hasta que vuelvo a estar ausente.
Yo también sé sentirme sola y en el aire.

jueves, febrero 08, 2007

Sentate, comé, te quiero

Viva la nenita picassiana que todavía le da a su muñeca unos coscorrones cuando se porta mal, siguiendo el modelo de sus mayores. Pero a la muñeca no se le notan los chichones, y su cara parece siempre la misma: el plástico es resistente, solamente los ojos se pueden hundir.

Quedate quieta, no te muevas. Acomodate las trenzas torcidas, y no llores como marrana, porque no fue para tanto. Las cosas son así. Ya vas a ver: cuando seas grande me lo vas a agradecer.

Ya estás verdoso, chichón del medio. ¿Vos por qué fuiste? ¿Por la palabrota que dije cuando vi mi plato de polenta? ¿O por haber roto el jarrón de losa china? Más vale que te vayas pronto, chichón del medio, porque no me gusta verte cambiar de color.

De eso se trata, de un dolor puntiagudo que va de afuera hacia adentro. Y a veces vuelve a salir. Y se esparce, la cubre, la encierra. Y se calma de a ratos, en ciertos momentos, cuando ella escucha que le dicen que la quieren.

Gallito ciego

Es un juego de gallito ciego en el que no hay nadie para reconocer. Por eso es que Nani juega al gallito ciego con sus muñecas, y qué bueno que tenga muchas.
La mamá a veces quiere jugar también. A Nani le da no sé qué decirle que no, porque ve que la mira con cara triste.
"Bueno, dale."
La mamá se pone en la ronda, pero se sienta en una silla para ser más petisa, y ella se venda los ojos y da vueltas y vueltas. Espera muy a escondidas que no le toque tener que reconocer a la mamá. Igual, muchas veces, después de ser torbellino y extender las manos hacia adelante, siente el calor de la cara, los cachetes blanditos y la nariz flexible. Como le da pena, hace como que se equivoca y le dice "Pepa" o "Mana" o "Blancanieves", luego de un rato de dudar de mentiritas. En otras ocasiones, en cambio, sí dice "mamá" y la abraza. Sabe que su mamá no es ninguna tonta.